Pintaremos en el suelo una gran sonrisa para intentar olvidar nuestras penas. Lástima que en ese instante el cielo esté llorando y nuestro dibujo se pierda en infinita tristeza.

Te crei

En aquel momento, mientras observaba tu menuda figura alejarse hacia un lugar inalcanzable para mí, hacia aquella zona situada detrás del oscuro cristal que siempre había separado nuestras dos almas y cuerpos impidiéndonos llegar a alcanzar la felicidad juntas. En el segundo exacto en el que mi desesperación explotó como el volcán muerto del que vuelve a salir lava tras cientos de años, siendo incapaz de correr tras tuya y fundir nuestros cuerpos de nuevo en un abrazo eterno; mi corazón lanzó un grito ahogado que solo tú podías escuchar.

En ese preciso instante, aunque tú continuases tu camino sin girar tu mirada hacia mi dirección, puedo incluso a llegar a asegurar cómo mentalmente me asegurabas que volverías, que todo aquel tiempo no sería capaz de separarnos, que me protegerías aunque no te encontrases a mi lado. Pero lo más importante de todo fue cómo me decías que me querías y... juro que te crei.






Marta María Gonzalez Moragriega. Te quiero.

Profundos sueños

Bajo el cielo estrellado pero sobre la tierra se encontraban cada uno de nuestros cuerpos, tendidos en la playa una noche tranquila de verano. Por nuestros cuerpos, aún húmedos por aquel relajante baño en el mar, corrían pequeñas gotitas de agua salada.

Estábamos en silencio, ninguno decía nada. Sin embargo era un silencio agradable y nada molesto. En aquel momento no había nada que añadir, todo estaba dicho, y, gracias a aquel silencio éramos capaces de entendernos sin necesidad de palabras.

Las estrellas ardientes resplandecían nosotros como si nos dedicasen deslumbrantes sonrisas. Lentamente alcé una de mis manos intentando alcanzarlas, capturarlas, poderles pedir un deseo.

Aquella noche dorminos unos junto a otros como si fuéramos una gran familia, dándonos el cariño y el amor que jamás habíamos de nuestros parientes sanguíneos.

¿Sabes por qué aún recuerdo aquel día? Porque por difícil que parezca fue el primer día en el que tú no me asaltabas en mis más profundos sueños.

Cuerdísima locura llamada amor

¡Ay! ¡Que el amor, que lleva siempre vendada la vista, halle sin los ojos camino franco a su voluntad! ¡Mísero de mí! Mucho da que hacer aquí el odio, pero más el amor. Por tanto, pues, ¡Oh amor pendenciero! ¡Oh odio amoroso! Oh suma de todo, primer engendro de la nada. Pesada ligereza, grave frivolidad. Informe caos de seductoras formas. Pluma de plomo, humo resplandeciente, fuego helado, robustez enferma, sueño en perpetua vigilia, que no es lo que es. Tal es el amor que siento sin sentir en tal amor amor alguno.

Mis propios pesares abruman mi pecho, que se acrecientan más con los tuyos. Ese afecto que me has mostrado añadee nuevo pesar al exceso del mío. El amor es humo engendrado por el hálito de los suspiros. Si lo alientan, es chispeante fuego en los ojos de los enamorados. Si lo contrarían, un mar nutrido con lágrimas de amantes. ¿Qué otra cosa más? Cuerdísima locura, hiel que endulza y almíbar que amarga.
Quizás algún día pueda permitirme el hecho de no tener que mentir más. Puede que ese sea también el día en el que la felicidad tan lejana por fin se encuentre conmigo. Será el día en el que todas las falsas sonrisas se desvanezca, en el que no tenga que mantenerme ocupada para no recordarlo, en el que dormir no signifique llorar su pérdida.

Espero que ese día se encuentre en mi futuro porque si no fuese así, ¿De qué me serviría continuar viva? La gente necesita metas para continuar con su existencia y yo, en esta ocasión, no soy una excepción.

Inaccesibles. Imposibles

Mágica realidad imaginaria que esconden cada uno de los versos aquí escritos. Mágica poesía desprendedora de sentimientos desconocidos. Sentimientos tan profundos que jamás dejarán de ser imposibles de describir. Imposibles como tú, imposibles como yo. Porque somos inquebrantables, imposibles. Podrán intentarlo una y otra vez pero jamás conseguirán entrar en lo que llamamos nuestra fortaleza, nuestra barrera.

Y es que, cuando has llegado a este punto de la vida en el cual lo único que te permites hacer es avanzar, resulta tan difícil dejarte llevar que incluso llegas a tener la impresión de que jamás volverás a sentir algo como aquello que inundaba cada uno de los tristes días que inundaban tu vida.

Recuerdo aquellas palabras

¡Oh! Estúpida de mí que se creía todas y cada una de tus palabras dejándome llevar por cada sílaba armoniosa que emitía tus labios.

Debo admitirlo, fui tan ilusa que llegué a creerte, a caer en tus romances y cuentos de hadas. Debo decir que incluso llegué a creerte más a tí que a mí misma.

Cada uno de tus juramentos de amor se quedó grabado en mi mente para siempre haciendo que me fuera imposible escapar de tu voz, de tu cariño y de tu falso amor.

Incluso ahora, cuando el tiempo ya ha pasado, aún ahora en mis noches más largas y solitarias recuerdo aquellas palabras como si fuesen mías. Recuerdo cómo decías que me querías.

No quisiste escuchar

No puedes ni imaginar cómo me sentí en aquel momento de absurda cordura...


Sentados en un viejo banco de madera podrida y ocultando los fuertes latidos de nuestros corazones. Ambos nos encontrábamos demasiado nerviosos para encontrar las palabras adecuadas. Fuimos a hablar, pero fue un intento en vano.

Con un grito ahogado te miré a los ojos, suplicándote en silencio que supieses leer en ellos como nadie hasta el momento había querido hacer.
En aquel momento mi único deseo era que supieses escuchar los mensajes que te lanzaba mi corazón con cada uno de sus latidos.

Tú, perfecta alma causante de todos mis sueños, acortaste la distancia que nos separaba para, con una sonrisa, decirme que amabas a otra.

A través del tiempo

Aquel era el camino que recorrían todos los que, como nosotros, deseaban algo que se considerabla imposible. ¿Qué era exactamente lo que esperaban encontrar más allá de los muros de aquella ciudad?

Él y yo, ambos, teníamos nuestra propia respuesta a aquello. La buscábamos a ella.
Aquel menudo, delicado y pequeño ser de ojos color cristal. Ella había sido la luz en nuestros días de oscuridad. Ella era la única que conseguía que el lento paso del tiempo se volviese más llevadero. Ella había sido nuestra única esperanza tantas veces...

Pero se la habían llevado demasiado lejos para que fuésemos capaces de alcanzarla. Ahora ella estaba muerta y para poder volver a protejerla entre nuestros brazos deberíamos atravesar el tiempo en su búsqueda. Volver al día en el que su esencia se escapó de nuestras manos. Volver al día de su muerte.

Alas cristalinas

Ojalá algún día, sin razón aparente, creciesen sobre mi espalda dos pequeñas alas que me permitiesen volar lejos, muy lejos. Más allá de esta oscura tierra, de este planeta y de esta galaxia.
A ese mágico lugar en el que los sueños, por alocados que sean, se vuelven realidad.

¿Desearías acompañarme en mi viaje?

Podríamos irnos tan lejos... A un mundo en el que las mentiras no existiesen, en el cual nada fuese capaz de alejarme de ti... A Aquel pequeño rincón en el que tú y yo consiguiésemos alcanzar la felicidad. Juntos.

Dear...

La verdad es que no sé cómo empezar esta carta ni qué contaré en ella, tampoco puedo saber qué efecto causará entre nosotros y si llegará algún día a tus manos.

Lo único que tengo claro es que debo escribirla. Quizás solo sea porque quiero desahogarme, porque no puedo más… pero puede que sea por algo más, porque quiera explicarte estos sentimientos guardados en mi interior que ni yo comprendo.

He dejado de comer, sentir y reír, este fue el efecto que provocaste en mí. Todo ocurrió con rapidez, pasó de ser un mágico sueño a una horrible pesadilla. Dime, ¿Qué es lo que nos pasó? ¿Acaso hay algo no contado? ¿Algo que se nos escapó?

Aún, después de todo el daño que causas en mi ser con cada palabra tuya, con cada gesto, con cada mirada; esta estúpida que es mi alma te sigue amando, queriéndote con locura. Porque con cada sufrimiento continuado por el llanto te amo más y más.

Algunos dicen que esto es solo una obsesión, que se me pasará y que volveré a reír si tú no estás. Pero yo sé que todo esto no es verdad, que vivo por ti y para ti, que el único aire que respiro es el que sale de tus pulmones, que mis ojos solo quieren observarte a ti mientras duermes y que mis labios solo quieren estar cerca de los tuyos.

La verdad es que me estás matando lentamente, que estoy perdiendo la cabeza y acabaré muriéndome… pero dime ahora que sabes todo esto, ¿De verdad importa?


Atentamente: Elisabeth








Hace mucho que escribí este texto pero me gusta muchísimo y he creído que debería de ponerlo en el blog.

Prohibido

Él, hijo de la vida. Ella, hija de la muerte.

Ambos cuerpos y almas se funden lentamente tras siglos de pena y amargura por un amor imposible. Sus labios se encuentran con ternura.
Su amor está prohibido, es inaceptable. Sin embargo, separarse el uno del otro sería el fin de sus existencias.

Dicen que cuando encuentras a esa persona que es capaz de hacerte olvidar todo lo demás, de que un escalofrío recorra tu espalda con cada mirada compartida, de que estés seguro de que darías tu vida por ella; no debes dejarla marchar.

Aunque todo eso sea verdad, ellos son demasiado diferentes para poder estar juntos. Pero... quizás, solo quizás, eso es lo que los unirá para siempre.